Víctor José Villanueva Blasco Universidad Internacional de Valencia (España)
Dalila Eslava Pérez Universidad Internacional de Valencia (España)
Andrea Vázquez Martínez Universidad Politécnica Salesiana (Ecuador)
Bárbara González Amado Universidad de Santiago de Compostela (España)
En Europa, durante los últimos años, el consumo de alcohol y tabaco ha sufrido un pequeño descenso, en tanto que el consumo de cannabis aumenta de forma preocupante año tras año (European Monitoring Centre for Drugs and Drug Addiction [EMCDDA], 2017). En España, de acuerdo con la encuesta ESTUDES 2016-2017 (Plan Nacional Sobre Drogas [PNSD], 2018), realizada con estudiantes entre 14 y 18 años, sitúa la edad media de inicio del consumo de alcohol en 14 años, 14.1 años para tabaco y 14.8 años para el cannabis. La edad media de inicio de uso semanal de alcohol es de 15.1 años y para el consumo diario de tabaco es de 14.6 años. Asimismo, la prevalencia para el consumo de alcohol alguna vez en la vida se sitúa en el 76.9%, un 38.5% para tabaco y un 31.1% para cannabis. Respecto a la prevalencia de consumo para los últimos 12 meses, se sitúa en el 75.6% para el alcohol, el 34.7% para tabaco y un 26.3% para cannabis. Por su parte, la prevalencia de consumo para los últimos 30 días es del 67% para el alcohol, el 27.3% para tabaco y el 18.3% para cannabis. Asimismo, durante los últimos 30 días un 8.8% fumó tabaco diariamente, y en el caso del cannabis el 2.7% de los hombres y el 1.3% de las mujeres consumió 20 o más días en este periodo de tiempo. Respecto a las borracheras, la edad media de la primera se sitúa en los 14.7 años, un 48.9% alguna vez en la vida la ha experimentado, un 42.4% en los últimos 12 meses y un 21.8% en los últimos 30 días. En relación al policonsumo (consumo de diferentes sustancias psicoactivas en un mismo periodo de tiempo), en los últimos 12 meses un 41.6% de los encuestados consumieron dos o más sustancias (dos sustancias un 18.1%, tres sustancias un 17.5% y cuatro sustancias o más un 17.5%) frente a un 36.7% que solo consumió una sustancia. Respecto a las sustancias habituales que se encuentran dentro del policonsumo, el alcohol está presente generalmente en todos los consumidores de otras sustancias, concretamente, en el 97% de los que consumieron tabaco en los últimos 12 meses; así como en el 97.7% de los consumidores de cannabis. Además, el 82.5% de los consumidores de cannabis también consumieron tabaco. El 49.5% de consumidores de tabaco lo consumieron con dos sustancias más frente al 2% que sólo consumió tabaco, así como un 61.6% consumió cannabis con dos drogas más frente al 1.2% que sólo consumió cannabis. Diversos estudios han investigado la relación entre la conducta antisocial con el alcohol (Díaz y Jiménez, 2018; Goldstein et al., 2017), con el tabaco (Weiss, Nguyen, Trung, Ngo y Lau, 2018), con el cannabis (Liu y Petras, 2016), o con el consumo de estas tres sustancias (Mason et al., 2017; Tielbeek et al., 2018). Entre los principales hallazgos de estos estudios, cabe mencionar que no encuentran relación entre el consumo estándar de alcohol y la conducta antisocial (Mason et al., 2017), pero sí en consumos problemáticos (Goldstein et al., 2017). Este hecho puede ser explicado en base a que el alcohol es la sustancia de uso más extendido, con especial carácter social (Mason et al., 2017). Aunque la conducta agresiva en una edad temprana es predictor de una conducta antisocial posterior, así como del consumo futuro de cannabis, no existe una relación causal con base empírica entre la conducta antisocial y el consumo de cannabis (Liu y Petras, 2016). Por su parte, Liu y Petras (2016) señalan que el consumo de cannabis puede actuar como una estrategia para disminuir la alteración psicofisiológica asociada al comportamiento problema; o bien, que los consumidores de cannabis puedan presentar un daño en su capacidad para procesar estímulos complejos, lo que les lleva a reaccionar de manera indebida. Aunque en menor medida, esta misma relación se observa en otros estudios con el consumo de alcohol y tabaco (Matuszka, Bácsai, Czobor y Gerevich, 2016), señalándose que el consumo de alcohol y tabaco interviene en la regulación del estado emocional, lo que empeora los comportamientos problemáticos. En base a todo lo anterior, es importante intervenir desde edades tempranas en el binomio consumo de drogas y conducta antisocial, ya que el impacto negativo que puede tener sobre la trayectoria de vida de los adolescentes es destacado, tanto a nivel de salud, como social y académicamente. Además, es en la adolescencia cuando la conducta antisocial se manifiesta en mayor medida (Rodríguez, Ovejero, Bringas y Moral, 2016; Wijnen, Harakeh, Dijstra, Veenstra y Vollebergh, 2018) y aunque posteriormente a esta desciende (Moffit, 2018), si persiste hasta la edad adulta puede desembocar en un trastorno de conducta antisocial (Goldstein et al., 2017). En consecuencia, es clave ampliar el conocimiento sobre la población de adolescentes que presentan consumos problemáticos de drogas y su relaci&oa